Un grupo del liderato pastoral y de liderato en general
de las iglesias hispanas/latinas se reunió del 30 de junio al 3 de julio en el
hotel Sheraton del Viejo San Juan en San Juan, Puerto Rico para el Seminario de desarrollo pastoral hispano que se celebra anualmente para apoyar al pastorado de
nuestras congregaciones. El tema para este año fue: Un discipulado
transformador: compasión, justicia, amor. Asistieron alrededor de 100 personas
de los Estados Unidos y Puerto Rico y como siempre hubo presentaciones,
talleres, una visita al Seminario Evangélico de Puerto Rico para nutrirnos con
talleres dados por el profesorado de esa entidad, adoración, confraternización
y apoyo mutuo. Los comentarios que escuchamos de parte de las personas que
participaron fue que todo estuvo excelente. En estos momentos, el Rvdo. Héctor
Rodríguez ha enviado hojas de evaluación para que nos ayuden a seguir mejorando
en la planificación de eventos como este en los próximos años.
Pienso que este año fue especial, específicamente por las
circunstancias que rodearon el evento. Esta actividad se dá después de una
Asamblea General en donde se tomaron decisiones que han afectado a gran parte
de nuestra gente, sea por que no están de acuerdo con algunas de las decisiones
tomadas en ella, o sea porque sí están de acuerdo. Al reflexionar sobre la
Asamblea General y sobre el Seminario, pienso en que este es un tiempo de grandes
desafíos para nuestra iglesia. La Rvda. Dra. Agustina Luvis se ocupó de
recordarnos estos desafíos como parte de sus presentaciones. Específicamente,
en su presentación «Acciones ante los desafíos del discipulado», mencionó que
el Consejo mundial de iglesias había identificado cuatro desafíos para la
iglesia en la actualidad.
- El desafío religioso-cultural: Ser una comunidad de sanidad, vivir con una pluralidad religiosa, ser una comunidad inclusiva, el tema de la sexualidad humana, el mundo cibernético, y trabajar con personas de capacidades diferentes.
- El desafío eclesial: El vivir en unidad, el ecumenismo, la diaconía, las memorias y la formación, la juventud.
- El desafío político-internacional: Los temas de la verdad y la autoridad, la vida y la dignidad humanas, la paz y la seguridad, la migración, la vida pública y política.
- El desafío social-económico: la pobreza y la desigualdad, la salud, la bioética, el cuidado de la creación, la violencia en contra de las mujeres y la niñez.
Definitivamente el ejercer un discipulado transformador
no es un ejercicio de comodidad, de celebración sin misión, o de separación.
Ese discipulado se tiene que hacer parte de nuestra identidad como iglesia y de
nuestro ADN. Los desafíos son parte esencial de la vida cristiana, ya que nos
mueven a lugares a donde no queremos ir, y a hacer cosas que no pensamos que
podemos hacer. Agustina también habló de las actitudes necesarias para
enfrentar estos desafíos: amor, respeto, dignidad, compasión y solidaridad, y un
corazón abierto. Después de todo, Jesús se acercó a un peligroso pozo, a hablar
con una mujer que supuestamente era su enemiga, para dar agua de vida a alguien
que la sociedad de su tiempo decía que no merecía eso. Ese «dame de beber»,
como presentó Agustina, indica que es posible trascender las hostilidades
culturales, raciales, de género, religiosas y geográficas, para transformar
vidas y relaciones, para transformar realidades y vivir en la plenitud del
reino de Dios.
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