Wednesday, October 2, 2013

Por todas las generaciones

En Efesios 3: 20-21 aparecen estas palabras «Y a Aquel que es poderoso para hacer que todas las cosas excedan a lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea dada la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén» (RVC). En otras versiones de la Biblia no aparece la frase «por todas las generaciones». Sin embargo, este debe ser uno de los grandes deseos de nuestro trabajo misional: que todas las generaciones den gloria al Dios Trino y que reconozcan que solamente Dios puede hacer más allá de lo que pedimos y entendemos.

El 14 de septiembre estuve compartiendo con el liderato educativo del Sínodo Presbiteriano Boriquén en Puerto Rico en su evento anual de educación cristiana. Tuve la oportunidad de presentar nuestros recursos, pero también participe de una presentación que habla precisamente de cómo alcanzar a todas las generaciones que están presentes en nuestras congregaciones. Muchas personas piensan que el futuro de la iglesia es incierto, porque las generaciones que se están levantando tienen una visión de la iglesia que no parece estar de acuerdo con las maneras en que se ha hecho iglesia durante siglos. Esto va más allá de la manera en que se adora en la iglesia. Cambiar los estilos musicales o la manera en que se hace el culto puede ayudar, pero no lo es todo. Tiene que ver con la manera en que hacemos decisiones, distribuimos el poder, comunicamos el mensaje, financiamos la misión, y con la manera en que nos relacionamos mutuamente. Todas estas áreas deben ser analizadas para ver como incluyen a generaciones que viven en un mundo de comunicaciones las 24 horas del día, de símbolos visuales, de comida e información rápida, de verdades relativas y cuestionables y no absolutas, de proyectos a corto plazo y no a largo plazo, que desean hacer un impacto en la comunidad que les rodea y que no tienen miedo a cambiar de trabajo, de lugar o de vida para hacerlo.

La invitación final de la presentación fue a «desprogramarse», a tratar de salir las conductas estándares y ver cómo podemos conseguir nuevos programas o maneras de hacer las cosas. Fue una invitación a la continua reforma de la iglesia, que es parte de nuestro ADN teológico para ver como el Espíritu Santo guía a las congregaciones a cerrar las brechas y a conectarse nuevamente con las generaciones que no solamente pueden ser su presente sino que también son el futuro para que todas las generaciones que vendrán sigan dando gloria a Dios por siempre y para siempre. ¡Así nos ayude Dios!

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