El 14 de septiembre estuve compartiendo con el liderato
educativo del Sínodo Presbiteriano Boriquén en Puerto Rico en su evento anual
de educación cristiana. Tuve la oportunidad de presentar nuestros recursos,
pero también participe de una presentación que habla precisamente de cómo
alcanzar a todas las generaciones que están presentes en nuestras
congregaciones. Muchas personas piensan que el futuro de la iglesia es
incierto, porque las generaciones que se están levantando tienen una visión de
la iglesia que no parece estar de acuerdo con las maneras en que se ha hecho
iglesia durante siglos. Esto va más allá de la manera en que se adora en la
iglesia. Cambiar los estilos musicales o la manera en que se hace el culto
puede ayudar, pero no lo es todo. Tiene que ver con la manera en que hacemos
decisiones, distribuimos el poder, comunicamos el mensaje, financiamos la
misión, y con la manera en que nos relacionamos mutuamente. Todas estas áreas
deben ser analizadas para ver como incluyen a generaciones que viven en un
mundo de comunicaciones las 24 horas del día, de símbolos visuales, de comida e
información rápida, de verdades relativas y cuestionables y no absolutas, de
proyectos a corto plazo y no a largo plazo, que desean hacer un impacto en la
comunidad que les rodea y que no tienen miedo a cambiar de trabajo, de lugar o
de vida para hacerlo.
La invitación final de la presentación fue a
«desprogramarse», a tratar de salir las conductas estándares y ver cómo podemos
conseguir nuevos programas o maneras de hacer las cosas. Fue una invitación a
la continua reforma de la iglesia, que es parte de nuestro ADN teológico para
ver como el Espíritu Santo guía a las congregaciones a cerrar las brechas y a
conectarse nuevamente con las generaciones que no solamente pueden ser su
presente sino que también son el futuro para que todas las generaciones que
vendrán sigan dando gloria a Dios por siempre y para siempre. ¡Así nos ayude
Dios!
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