Usualmente, cuando viajamos, lo hacemos para estar con
varias comunidades y congregaciones a la vez. Sin embargo, estas son tres
presencias hispanas en tres presbiterios en donde por lo menos dos de ellas son
el único ministerio hispano en su presbiterio. Por lo tanto, en ocasiones
sufren por el aislamiento que causa el tener una tarea especializada que hacer.
Los líderes, en ocasiones, se sienten solos por no tener compañeros que estén
haciendo la misma tarea que ellos y dejan su vida, especialmente cuando tienen
que hacer acto de presencia y acompañar a sus feligreses en los problemas que
enfrentan en esta tierra en donde han venido a vivir. En algunos casos, es la
falta de dinero para la renta. En otros, es el mudarse para otro lugar en donde
haya más trabajo. Es un ministerio arduo, de horas largas y de trabajo
importante, porque se está trabajando con gente que realmente necesita sentir
que la iglesia, a través de sus líderes está con ellos y ellas.
Para Héctor y para mí, es la oportunidad de escuchar, de
orar, de reír, de llorar, y de dejarles saber que la «Asamblea general» como
mucha gente llama a las oficinas centrales de la iglesia, está con ellos/as,
les apoya, e intenta darles ánimos y esperanza para continuar con la faena. El
ver las sonrisas del liderato, y el sentir que estamos contribuyendo de alguna
manera, es la bendición más grande que podamos recibir y es uno de los
privilegios más grandes que Dios nos ha dado al llamarnos a este ministerio.
Oremos por Jesús Juan González (Comunidad presbiteriana hispana), Wayne Hawkins
(Iglesia del pueblo) y por Guillermo Yela (Camino de vida) y por sus
respectivos líderes para que Dios siga dándoles la fuerza y la sabiduría
necesarias para que continúen su labor. Y oremos también por todos los
ministerios que son el único ministerio hispano en sus presbiterios para que
Dios les provea el sostén para que sigan adelante y se multipliquen.
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